BANDAS DE MÚSICA
Las Bandas filarmónicas o Bandas de Música,
popularmente llamadas como bandas de palio por ser encargadas de acompañar a
los pasos de palio de las Dolorosas en la Semana Santa , es el
estilo más identificativo de nuestra Semana Santa y de estructura más compleja
ya que en su plantilla se incluyen instrumentos de viento-madera y viento-metal
de diverso timbre y tesitura.
Aunque este tipo de bandas cuenta con bastante
antigüedad, el surgimiento de la marcha procesional para banda de música es
algo posterior.
Sus orígenes habría que situarlos a mediados del
siglo XIX. Sumergidos en el romanticismo musical, las bandas de música
comenzaron a adaptar para procesionar marchas fúnebres y movimientos de obras
de autores como Beethoven, Chopin, Wagner o Schubert entre otros. Esto suponía
un escaso y limitado repertorio por lo que pronto se pensaría en crear
composiciones propias para acompañar las procesiones.
Si bien la falta y pérdida de documentación al
respecto nos hace desconocer el momento exacto en el que se compondrían las
primeras piezas, hoy se considera como uno de los pioneros al castellonense José
Gabaldá Bel,
director de la Banda
de Música de la Guardia
Real de Madrid, cuyas marchas fúnebres se fechan hacia 1850.
En la década de 1870 el género de la marcha
procesional llegará a Andalucía, destacando tres ciudades: Sevilla, Cádiz y
Córdoba.
En Sevilla se documenta la marcha de procesión más
antigua compuesta para una Semana Santa andaluza. Se trata de la marcha fúnebre
compuesta en 1874 por el cordobés Rafael Cebreros, que según la
dedicatoria que figura en una partitura original fue “escrita expresamente para la Semana Santa de
Sevilla”.
En Cádiz aparece la figura del madrileño Eduardo
López Juarranz que
en 1876 compone la marcha Piedad,
marcha fúnebre dedicada a la cofradía homónima gaditana.
Finalmente en Córdoba Eduardo
Lucena Vallejo compone
en 1883 la marcha fúnebre Un
Recuerdo. La partitura original, recientemente hallada en el archivo
municipal de la ciudad, recoge en su dedicatoria: “Al Excmo. Ayuntamiento. Marcha
fúnebre “Un Recuerdo”. Escrita expresamente para la procesión oficial del
Viernes Santo del año 1883” . Junto a Lucena Vallejo destacarán las
figuras de Cipriano Martínez Rücker, fundador y
director del Conservatorio de Música de Córdoba y Juan Antonio Gómez Navarro, primer organista y maestro
de capilla de la Catedral
cordobesa.
Será la última década del siglo la más prolífica con
la aparición de numerosas marchas fúnebres, siempre en línea con el
romanticismo, destacando composiciones como Virgen
del Valle de Vicente
GómezZarzuela, dedicada en 1898 a la Hermandad del Valle de
Sevilla, si bien en otras marchas se empiezan a introducir melodías “alegres”
que romperán con el patetismo fúnebre.
Pero si hay una figura que destaca sobremanera en
estos inicios de la música procesional es la de José
Font Marimont. Considerado
por Manuel Carmona como creador
de la marcha procesional sevillana e iniciador de la saga de los Font, este
músico militar llega a Sevilla en 1875 para ponerse al frente de la Banda de Música del
Regimiento Soria nº 9 como Músico Mayor del ejército. Aquí se sumergirá de
lleno en el mundo de las cofradías y como resultado creó dos marchas para
Semana Santa, la primera de ellas una marcha fúnebre dedicada a la Hermandad de la Carretería de 1887 (hoy
perdida), pero sobre todo más conocida será su otra composición, la marcha
fúnebre dedicada a la
Hermandad de la Quinta Angustia fechada en 1895.
Será su hijo Manuel Font Fernández de la Herranz ,
continuador de la saga y director de la Banda Municipal de
Sevilla, el más importante de todos, saliéndose de la senda marcada por la
marcha fúnebre romántica creará un tipo de marcha que en palabras de Mateo
Olaya emana sinfonismo. Suyas son A
la memoria de mi padre o La Sagrada Lanzada entre otras.
Continuarán su labor sus hijos José
y Manuel Font de Anta cuyo
tipo de marcha se trata de auténticos poemas sinfónicos, destacando el segundo
de ellos con composiciones como Amarguras o Soleá
dame la mano, experimentando en esta última con formas provenientes del
folclore encuadrado en pleno nacionalismo musical.
Nos introducimos así en el siglo XX, destacando de
las primeras décadas compositores como el jerezano Germán
Álvarez Beigbeder (Cristo
de la Expiración ,
Desamparo,…), el guipuzcoano Mariano San Miguel Urcelay (Mektub,
Gloria in Excelsis,…) y sobre todo el sevillano Manuel
López Farfán, músico militar continuador de la tradición
procesional de la banda de Soria 9. Farfán marcó una época dentro de la música
procesional con composiciones de sorprendente alegría y gracia, además innovando en
la instrumentación de las bandas de música introduciendo una sección de
cornetas y tambores e incluso otros instrumentos como violines, ocarinas o la
misma voz para algunas de sus marchas. Grandes ejemplos son las populares Pasan los Campanilleros y La Estrella Sublime junto a otras menos conocidas
como La Esperanza de
Triana o El Dulce Nombre.
En el periodo marcado por la Guerra Civil la
música procesional, al igual que el mundo de las cofradías, se verá afectada:
algunos compositores fallecen en la contienda y el resto hará escasas
composiciones y en casi todas se volverá a las melodías dramáticas acordes con
el sentimiento que se vivía en el momento.
Algo similar sucederá en la postguerra, si bien se
experimenta un nuevo resurgir, apareciendo muchos grandes compositores del
género como Antonio Pantión Pérez (Jesús de las Penas, Nuestra Señora
de Guadalupe,…), Manuel Borrego
Hernández (Cristo
de la Vera Cruz ,
Regina Pacis,…), Pedro Braña
Martínez (Coronación
de la Macarena ,
Madre de Dios de la Palma ,…)
(en Sevilla), Emilio Cebrián (Macarena, Nuestro Padre Jesús,…)
(en Jaén), Enrique Báez Centella (Jesús Caído, Virgen de las
Angustias,…), Francisco Melguizo (Lágrimas y Desamparo, Paloma de
Capuchinos,…) (en Córdoba), o Jaime Texidor (Auxilium Christianorum, Domus
Aurea,…) o Ricardo Dorado Janeiro (Getsemaní, Mater Mea,…) fuera
de Andalucía, entre otros.
Aparte de esta lista, los sucesivos directores de la
banda del Regimiento Soria nº 9 continuarán la labor de sus predecesores. A
algunos como Juan Vicente Más Quiles les costó adaptarse a la manera de
entender la música procesional sevillana. Junto a él están las figuras de Santiago
Ramos Castro y Francisco Barril que en los años 50 recuperarán el tipo
de marcha “farfaniano”, de melodías alegres con Virgen de las Aguas y Virgen
de la Victoria respectivamente.
A Más Quiles le sucede en la dirección el jiennense Pedro
Gámez Laserna, cuya vida artística trascurre entre Córdoba y
Sevilla. Gámez impregnó a sus marchas procesionales de un carácter algo más
militarista, evolucionando el tipo de marcha que creara Farfán, destacando
sobre todo sus instrumentaciones y armonías. Basten señalar títulos como Saeta cordobesa, Salve Regina
Martyrum, Pasa la
Virgen Macarena , El Cachorro o Saeta sevillana, Sevilla
cofradiera,…
Tras él toma la dirección otro jiennense, Pedro
Morales Muñoz. Influenciado por el estilo de Farfán y de su
maestro Pedro Gámez, en sus marchas destaca el uso acentuado de la corneta.
Famosa es su Esperanza
Macarena junto a otras como Virgen de la Paz , Virgen de los Negritos o Virgen de Montserrat. Es quizás
el último gran compositor vivo de una etapa dorada de la música procesional.
Y llegamos así al último de los grandes compositores
del Regimiento Soria 9, el onubense Abel Moreno Gómez con el que nos introducimos en la
etapa más reciente de la música procesional. Esta etapa, desde los años 80,
viene marcada por la aparición de las cuadrillas de hermanos costaleros y la
comercialización discográfica. Este nuevo y más extenso público gustará de
melodías sencillas que faciliten el andar de los costaleros quedando a veces en
segundo plano los criterios musicales. Abel Moreno será el mayor exponente de
este tipo de marcha con títulos como Hermanos
costaleros, Macarena o La Madrugá.
Tampoco podemos
olvidar en los 70 y 80 la obra de Perfecto Artola definidor de la
música cofrade para bandas de música en Málaga.
En la actualidad la marcha procesional se debate
entre los compositores decididos a seguir las modas y los gustos del público
mayorista aun arriesgando la calidad musical de sus piezas (como el propio Abel
Moreno, Martín Salas o Paco Lola –nombre artístico de Francisco Joaquín
Pérez Garrido) y otros compositores centrados en buscar innovaciones y ampliar
los horizontes de la música procesional sin olvidar la calidad musical,
compositores con una sólida formación musical. Lista que engrosan nombres como
los sevillanos Francisco Javier Alonso Delgado, Manuel
Marvizón Carvallo, Juan José Puntas, José
Manuel Bernal, José Manuel Delgado, los cordobeses José
de la Vega (recientemente fallecido) y Antonio
Moreno Pozo, los malagueños Eloy García o José Antonio Molero, el granadino Juan
Antonio Barros Jódar y
un largo etcétera.
Autor: Blogspot "Pasión entre dos Ríos"
En la actualidad la marcha procesional se debate
entre los compositores decididos a seguir las modas y los gustos del público
mayorista aun arriesgando la calidad musical de sus piezas (como el propio Abel
Moreno, Martín Salas o Paco Lola –nombre artístico de Francisco Joaquín
Pérez Garrido) y otros compositores centrados en buscar innovaciones y ampliar
los horizontes de la música procesional sin olvidar la calidad musical,
compositores con una sólida formación musical. Lista que engrosan nombres como
los sevillanos Francisco Javier Alonso Delgado, Manuel
Marvizón Carvallo, Juan José Puntas, José
Manuel Bernal, José Manuel Delgado, los cordobeses José
de la Vega (recientemente fallecido) y Antonio
Moreno Pozo, los malagueños Eloy García o José Antonio Molero, el granadino Juan
Antonio Barros Jódar y
un largo etcétera.
Autor: Blogspot "Pasión entre dos Ríos"