miércoles, 24 de junio de 2015

En breves días este blog seguirá estando operativo.

Disculpen el parón.

viernes, 28 de noviembre de 2014

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO 2015


jueves, 3 de abril de 2014



Esta Asociación les desea mucha suerte y éxitos a todas las Hermandades y Cofradías de España en sus Desfiles Procesionales de la Semana Santa 2014



miércoles, 12 de marzo de 2014

jueves, 9 de enero de 2014

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL III PARTE


AGRUPACIONES MUSICALES


Culminamos nuestro periplo por la historia de los grandes géneros musicales de nuestra Semana Santa con el de más reciente creación, pero no por ello el menos importante. El otro género para pasos de Cristo y que recibe el nombre de Agrupaciones Musicales o Bandas de Viento-Metal y Percusión, nombre este debido a su estructura musical que, si bien al igual que la de las cornetas y tambores ha variado, se suele componer de un cuerpo de cornetas usándose según la marcha tanto la afinada en Do/Sib como la Do/Reb (si bien algunas bandas vienen usando la de dos o tres pistones en sustitución de alguna de ellas), un cuerpo de trompetas en una o varias voces, y una cuerda de bajos formada generalmente por trombones, bombardinos y tubas (si bien, dependiendo de la formación algunas llegan a añadir hasta fliscornos y trompas) y por supuesto una percusión  que cuenta con cajas, tambores de gran parada, bombos y platos.

Nos encontramos ante el primer género creado exclusivamente para la Semana Santa, si bien es innegable que cuente con antecedentes marciales y sobre todo, en cuanto a la instrumentación, guarda semejanzas con las denominadas brass band o wind ensemble, formaciones de viento-metal y percusión surgidas en el siglo XIX en la zona de los Balcanes, Islas Británicas y Norteamérica (especialmente en Nueva Orleans) y que cuentan con gran tradición en la actualidad especialmente en países anglosajones.

Sin embargo, el nacimiento y el concepto de la Agrupación Musical cofrade es completamente distinto.

Remontarnos a los años 40 del siglo XX, cuando se funda en Sevilla la Banda de Cornetas y Tambores de la 2ª Comandancia Móvil de la Guardia Civil radicada en el Cuartel de Eritaña. Surgida en inicio como vemos en el estilo de cornetas, una década más tarde la llegada de un músico onubense, el subteniente D. Juan José Martín Martín, supone una revolución musical, ampliando la instrumentación de la banda, añadiendo a las cornetas y tambores, en una especie de híbrido con las Bandas de Música, instrumentos como trompetas, trombones, saxofones, flautas dulces, xilófonos e incluso gaitas (al parecer por la presencia de algún gallego en las filas de este cuartel). Nace así este género que en inicio no recibiría más nomenclatura que simplemente el de banda, la Banda de la 2ª Comandancia Móvil de la Guardia Civil del Cuartel de Eritaña de Sevilla. El repertorio de esta banda pronto se adaptaría a las necesidades instrumentales y será el propio subteniente Martín quien compusiera las primeras marchas del estilo que, desde entonces, tomaría el nombre del Estilo de Eritaña: marchas de gran simplicidad armónica, monódicas y con una estructura definida A-B-A (con una introducción, desarrollo a veces con solo y repetición de la introducción) que será el patrón que definirá la marcha clásica. Se considera como la primera marca en este estilo la pieza Saeta que Martín compondría tal vez en los mismos años 50, pero habría que unirle títulos como Estrella, Presentación, Cristo de la Buena Muerte, etc…

Pero si citamos al maestro Martín en el campo de la creación, no menos importante fue su labor en el de la adaptación: un género diferente implicaba aires diferentes o al menos eso pareció captar el subteniente que, junto al brigada Durán Palacios, se encargo de iniciar una serie de adaptaciones, siendo quizás su principal acierto y su mayor herencia para el futuro el comenzar a adaptar cantos litúrgicos a marcha procesional, estando entre los más famosos su adaptación del Perdona a tu Pueblo, del salmo de Miguel Manzano Alma Mía o de La Salve, marcha esta curiosa pues, además del canto del Salve Regina, incluía un fragmento de la sardana catalana Nit de Llampecs, no siendo la única sardana que adaptó puesto que también encontramos una adaptación de La Santa Espina.

En 1975, ante la decisión de que todas las bandas de cuerpos militares dejaran de acompañar procesiones, la Banda de Eritaña desaparece del panorama cofrade, sin embargo la semilla ya estaba plantada.

El testigo de Eritaña sería recogido por otro músico militar de una pequeña localidad llamada Arahal. Su nombre era Manuel Rodríguez Ruíz, nacido en 1940, funda en el año 1964 en su pueblo natal una banda llamada Agrupación Musical Santa María Magdalena. Fue Manuel Rodriguez quien definiría el concepto actual de Agrupación Musical:

-En primer lugar, atraído por la música de la Banda de Soria 9 (que era una Agrupación de Infantería), decide bautizar el género de Eritaña con el nombre de Agrupación Musical para distinguirlo así definitivamente.

-En segundo lugar, con él se comienzan los cambios de instrumentación, sumando en inicio la corneta Do/Sib a la tradicional Do/Reb y la Do sin llave, corneta para la que compondría todas sus marchas.

En la composición, siguiendo el esquema de marcha clásica de Eritaña, Manuel Rodríguez crearía un estilo compositivo que afianzó ese concepto clásico, pero alejándose poco a poco de los orígenes marciales de esta música y creando formas o adoptando otras de las Bandas de Música como la mayor presencia de los trombones y sobre todo, una de sus más grandes herencias, el denominado “ritmo” en la percusión. Con este estilo, firma en 1969 la que podemos considerar su primera marcha: Alma de Dios. Marcha casi indispensable, Alma de Dios es una marcha que más bien responde a una estructura cuatripartita: el inicio y el final recuerdan rasgos marciales con una melodía en tonalidad de Do mayor, pero a esa introducción le sigue lo que en realidad es una adaptación de la “Canción húngara” de la zarzuela Alma de Dios compuesta por el maestro Serrano. A esta melodía le sigue un pasaje con ritmo en la percusión que parece ser de invención del compositor. Pero no cabe duda que esta marcha puso unos cimientos sobre los que construiría muchas de sus marchas con títulos tan reconocidos como Virgen de las Angustias, Salud de San Bernardo, Cristo de San Julián,…

Además de en la composición propia, Manuel Rodríguez tomó el testigo del subteniente Martín en la adaptación de cantos litúrgicos, encargándose de llevar a plantilla de metales cantatas y obras de Johan Sebastian Bach como La Pasión según San Mateo, La Redención o Jesús tus profundas heridas, junto a otros cantos como Cantemos al Amor de los Amores, Tantum Ergo o Christus Vincit.

La desaparición en los 70 de las bandas de la Policía Armada y de Eritaña supusieron el ascenso de la banda de Arahal que pronto fue muy apreciada en la Semana Santa sevillana y en la década de los 80 sus pasos imitados por numerosas bandas que, o bien se fundaron en este estilo o bien pasaron del de cornetas a este (y todo ello a pesar de que las Agrupaciones Musicales comenzaban a estar mal vistas por sectores más conservadores de la prensa).

Una de estas bandas sería la, en inicio, llamada Banda de los Dolores y Misericordia, posteriormente Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras de Sevilla. Fundada en el seno de la citada hermandad sevillana en 1980, fue fiel seguidora del estilo Eritaña y Arahal, si bien entrados los 80 comienza a eliminar algunos instrumentos de su estructura, quedándose con los de viento-metal, dando una mueva vuelta de tuerca al afianzamiento del estilo. Ya desde primer momento comienzan algunas composiciones propias de mano de autores como Gualberto García Pérez (Jesús Despojado, Pregonero,…), Luis J. Lancharro (Sed de Nervión, Virgen de las Lágrimas,…), siguiendo una estructura clásica, pero ante todo, la banda empieza a despuntar en el terreno de la adaptación especialmente de la mano de Antonio Amodeo Ojeda quien ampliará el número de cantos añadiéndose adaptaciones de cantos de autores como Francisco Palazón (Salud y Refugio, Cristo de la Expiración,…). A él se une un joven que ya venía de destacar con sus composiciones en la Banda de las Angustias de la Hermandad de los Gitano con temas como Jesús Cautivo, Lignum Crucis o Santo Sudario: hablamos de Antonio Velasco Rodríguez quien comienza a realizar entre los años 80 y 90 una serie de adaptaciones de temas musicales no litúrgicos pero sí de temática religiosa, entre otros, el Ave María de Ennio Morricone, algunos temas del grupo Cantores de Híspalis como Nazareno y gitano o Padrenuestro, y ante todo, uno que marcaría un hito: La Saeta.

La labor de esta banda y estos autores continúa en la década de los 90:

Antonio Velasco compondría marchas de gran calidad y cada vez más innovadoras como Virgen de la Luz, Cristo de los Gitanos o Cristo de los Favores, pero en 1991 marcaría un nuevo punto de inflexión con su marcha Consuelo gitano: inspirado en la marcha Soleá, dame la mano de Font de Anta, Antonio Velasco se separaría aquí de la estructura clásica de la marcha de Agrupación Musical e incorporaría elementos  y cadencias del flamenco, abriendo una nueva puerta a la innovación.

Esta senda fue seguida por el tándem Juan Luis del Valle Pérez y Francisco José Carrasco, ambos trombones de la ya llamada Agrupación Musical Virgen de los Reyes, que ahondarán en los ritmos y formas del folclore, llegando en ocasiones a introducir compases ternarios como el 6/8 en sus marchas, destacando títulos como La clámide púrpura o Aurora de Resurrección.

Los inicios de los 90 supone además la proliferación de nuevas agrupaciones y autores, tanto en Sevilla como en su provincia.

En los pueblos destacarán dos bandas:

Una de ellas, la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella de Dos Hermanas de la mano de José Manuel Mena Hervás y de su director Antonio José Mejías López crearía un estilo muy característico, destacando la introducción de una nueva corneta, la corneta de dos pistones, para interpretar sus marchas, destacando las composiciones del primero con marchas de gran calado como ¡Oh, Bendita Estrella! o He ahí Jesús.

La otra sería la Agrupación Musical Santa Marta de La Algaba donde surge la figura de Manuel Herrera Raya, compositor muy innovador, a veces adelantado a su tiempo, en el uso de nuevas armonías sobre todo, creará un estilo muy sorprendente con títulos como Fons Vitae o Transitus Domini.

En la capital es también el surgimiento o auge de nuevas agrupaciones:

Entre estas la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención, que aunque nacida en 1978 en la Hermandad del Juncal, no sería hasta 1986 cuando pasó a su hermandad actual. En estos años 90 es además el inicio como compositor del que es su director y alma mater, Emilio Muñoz Serna, cuyas marchas de esta primera época se distinguirán por una estructura muy definida. Señalar marchas como Rocío del Cielo, Señor de San Román o Señora de Sevilla, Macarena.

También se funda, o mejor dicho se refunda, la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación en el seno de la Hermandad de San Benito, siendo su principal compositor e iniciador de su estilo Antonio José López Escalante, destacando marchas como Jesús Sacramentado o la más tardía Presentado a Sevilla.

La segunda mitad de los 90 sigue la misma tónica en Sevilla, pero en Córdoba, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención con su disco ¡Estrella! revolucionaría en 1996 la marcha procesional, mezclando brillantes composiciones de Mena Hervás como Oración o Nazareno de la Trinidad, pero suponiendo a la vez el debut en el género de Francisco Javier González Ríos quien ya de entrada firma dos marchas muy innovadoras: ¡Estrella! y Al Cristo de los Faroles, marchas rompedoras en cuanto al tratamiento rítmico y armónico.

Con el siglo XXI, en el primer lustro supone no muchas novedades en Sevilla capital, salvo la incorporación de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Salud de la Hermandad de los Gitanos, con dos compositores como Ángel Manuel Cebrero Miranda y Jesús Gómez Rodríguez al frente que darían lugar a un estilo con mucha fuerza y racial donde la predominante presencia de la corneta era su sello distintivo, visible en composiciones como Al Dios Moreno, Soleares de Triana, Señor de la Madrugá,…

Sin embargo, estos años supone más bien el alza de varios compositores que verán repartida su obra por numerosos puntos de la geografía.

Mencionar en Sevilla a Pedro Manuel Pacheco Palomo con marchas como Mi Cristo de Bronce o Junto a la Aurora que supondría una primera incursión en el género que con los años daría lugar a más colaboraciones, especialmente con bandas como la Agrupación Musical de los Polillas de Cádiz.

También en Sevilla y muy ligado a la Agrupación de San Benito aparecen las marchas de Francisco David Álvarez Barroso con títulos como A los pies de Sor Ángela, Expiración en Triana o Gran Poder en tu Merced que redefinieron el estilo de su banda.

En Dos Hermanas, en 1996 un joven llamado Nicolás Miguel Barbero Rivas firma con tan solo unos 17 años Reo de Muerte marcha rompedora y de un carácter especialmente solemne con el que daría cuenta de su capacidad creativa. Dos años después crea Sangre en tus Clavos, la considerada por muchos como la primera marcha fúnebre para Agrupación Musical, y con el inicio de la nueva década vendrían títulos de una calidad incuestionable como Triunfo de tu Santa Cruz o Señor de San Basilio.

Mientras, en Morón de la Frontera, otro joven compositor José María Sánchez Martín dota a su Agrupación Musical, la del Nazareno de la Fuensanta, de un nuevo estilo donde la corneta cobra independencia de la voz principal de las trompetas. En estos primeros años firma algunas composiciones como Vera Cruz o Tu Saeta y, si bien el estilo no cuajó en un inicio pronto sería seguido e imitado.

Es con este panorama como llegamos al último lustro de la música para Agrupaciones Musicales, donde el centro de atención comienza a desviarse cada vez más de una Sevilla que parece vivir de rentas del pasado.

Entre otras, la Agrupación Musical Virgen de los Reyes y las composiciones de su asesor musical Miguel Ángel Font  y últimamente las de este junto a Manuel Jesús Guerrero Marín han seguido ahondando en los ritmos y cadencias flamencas en un estilo que está siendo tan amado por los seguidores de esta formación como denostado por la crítica. Ejemplos en marchas como Al compás de la Laguna, Caminando van por tientos en la Madrugá o las más recientes Despojado o Sevilla en Primavera da muestra de ello.

En Redención de Sevilla, la nueva etapa compositiva de Muñoz Serna ha dejado títulos como En tu Caminar, Madrecita del Espino o Bajo la luz de tu mirada sin que ello suponga un excesivo revulsivo ni una drástica evolución respecto al pasado, características que tal vez se vieron mejor en las marchas de Alejandro Moreno (Lemá Sabachtani, Madre de la Merced,…) o tal vez más en las recientes de los hermanos Jiménez Cabeza (Barrio de la Salud,...).

En la Encarnación, el estilo San Benito se ha visto continuado con las marchas de Javier Calvo Gaviño (Costaleros de Fé, Por Amor Cautivo,…).

En cambio, la nueva época de la Agrupación de los Gitanos ha iniciado una nueva andadura con Pedro Pacheco al frente, siguiendo un estilo diametralmente opuesto al anterior, novedoso pero no en exceso.

Sin embargo en otras provincias, las innovaciones y la aparición o valoración de nuevos compositores de una gran capacidad creativa y técnica están haciendo dar un salto de calidad y una evolución por derroteros antes no explorados:

En Cádiz, la Agrupación de los Polillas con autores como Pedro Pacheco, José María Sánchez Martín o Manuel Herrera Raya.

En la provincia de Jaén, señalar dos bandas con nombre propio:

- Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado de Jaén: destacar las atrevidas composiciones de José María Sánchez Martín con marchas como Al compás del Amor, …, Y Expiró el Hijo de Dios, Despojando tu Amargura,… a las que unir otros autores como Pedro Pacheco, Antonio Moreno Pozo, etc…

- Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Pasión de Linares: es quizás la banda que más está definiendo esta nueva etapa, especialmente con las espectaculares y sublimes composiciones de Nicolás Barbero, capaz de moverse entre marchas de un carácter fúnebre y sentimental como Lloras en tu Soledad  hasta marchas de gran fuerza como Atado a la Columna, y todas ellas con una intensidad religiosa y una fuerza evocadora tremendas.

Finalmente en Córdoba, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención ha continuado con una línea apostando por compositores de gran calidad y nuevos talentos, destacando el que en los últimos años está siendo el compositor estandarte de esta banda como es Antonio Moreno Pozo, considerado junto a Barbero, de los mejores compositores del género.Desconsuelo, O Redentor, Mi Niña gitana,… dan buena cuenta de ello. A él unir un compositor “de la casa” como es Jesús Lora Vaquero, con marchas como Angustias de María o Silencio ante Herodes.

No podemos tampoco concluir aquí esta historia: muchos son los compositores que en la actualidad están experimentando gran nivel y proyección, sumando a los nombres mencionados otros como Sergio Larrinaga, Alejandro Blanco, Nicolás Turienzo, Cristobal López Gándara,…

Nombrar también a modo de epílogo la reciente apuesta de la Banda de Metales Santa Cecilia de Sevilla de la mano de Jorge Valera Ledo, director musical, que aun dentro del estilo de Agrupación Musical, ha querido llevarlo a otro nivel en un proyecto que aun espera su futuro.

Un futuro de un género, que al igual que los otros, ha comenzado a mantener ese eterno debate entre calidad y modas, y que, al igual que dijimos en cornetas y tambores, no sabemos si nos llevará en una dirección alejada de los inicios, si bien la cada vez mayor formación técnica y la aparición de buenos compositores parecen marcar tal vez más luces que sombras para lo que pueda venir.

Autor: Blogspot "Pasión entre dos Ríos"

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL II PARTE


BANDAS DE CORNETAS Y TAMBORES

 

Nos ocupamos ahora de la historia de uno de los géneros de la música cofrade, en esta ocasión para pasos de Cristo. Como su nombre indica este tipo de formaciones se distingue por el uso principal de cornetas normalmente afinadas en Do/Reb y en varias voces junto a un cuerpo de percusión, si bien se han ido añadiendo nuevas cuerdas de instrumentos.

Este tipo de bandas son de origen marcial por lo que no surgieron específicamente para acompañar procesiones, siendo en este caso similar a las bandas de música. De hecho, la corneta y el tambor (con todos sus precedentes históricos) podemos afirmar que son los instrumentos marciales por excelencia. Se tiene constancia histórica de que bandas de tipo similar existieron en tiempos de los Reyes Católicos y que la corneta aparecía como instrumento asociado a lo militar en unas Ordenanzas militares del reinado de Carlos III (siglo XVIII).

Dado este carácter militar de estas formaciones, podemos deducir que en un principio la relación que distintos regimientos o fuerzas militares con las celebraciones religiosas y más exactamente con algunas hermandades propició que estas bandas comenzaran a acompañar a las sagradas imágenes en sus desfiles procesionales.

Pero para encontrar un inicio de la música procesional exclusiva para cornetas y tambores hemos de remontarnos a las primeras décadas del siglo XX, más exactamente a 1911 cuando se funda la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga. Aunque  tratándose de un cuerpo civil, esta banda fue organizada por el Comandante D. Joaquín Ramírez Luque, proveniente de la Guardia Real y también fundador de dicho Cuerpo de Bomberos.

Aunque ya desde sus inicios se podría decir que esta banda participaba en la Semana Santa malagueña, no será hasta los años 20 cuando se forje en su seno el verdadero origen de la marcha procesional de cornetas y tambores. Es ahora cuando llega a la ciudad D. Alberto Escámez López, músico militar nacido en Linares en 1896 y que permanecería en Málaga hasta aproximadamente mediados de los años 50, falleciendo en 1970. Y es creador de la marcha procesional puesto que, si hasta ahora las bandas de cornetas venían interpretando marchas militares de gran simpleza tras las imágenes sagradas, Alberto Escámez fue el primero en componer marchas exclusivamente dedicadas a la Semana Santa, de carácter procesional y con una novedosa estructura a 4 voces, nunca antes vista hasta la fecha. Se desconoce exactamente cual fue la primera marcha que compusiera, aunque según la historia oficial de la Banda, esta pudo ser Nuestra Señora de Consolación y Lágrimas en el año 1922. Si bien, no podemos olvidar un sinfín de marchas que hoy día forman obligadamente parte del repertorio de todas las bandas, con títulos tan interpretados como Cristo del Amor, Virgen de la Paloma, Evocación, etc… Junto a Escámez citar de estos momentos a otro compositor como es Pascual Zueco Ramos autor de marchas como Soledad de San Pablo.

Pero si el género nació en Málaga, ¿de qué forma este llega a la ciudad de Sevilla de manera que su Semana Santa lo adoptó y lo popularizara como propio? Gran parte de culpa tuvo la Banda de Cornetas y Tambores de la Policía Armada de Sevilla, banda fundada en 1941 por el maestro Díaz, un militar retirado, y sobre todo este traspaso pudo hacerse con ayuda varios músicos que conocieron la actividad de la banda malagueña. Tras la Guerra Civil, Montoya se enrola en el recién creado cuerpo de la Policía Armada de Sevilla (los conocidos “grises”) y con la creación de su banda entra a formar parte de la misma, pudiendo pues, haber implantado en ella las marchas que pudo transcribir de Málaga. Estas marchas pasaron a formar parte, a veces incluso con títulos y dedicatorias modificadas para “halagar” a hermandades sevillanas, pero sobre todo la gran innovación vino dada en el plano musical con la introducción de una 5ª voz de cornetas afinadas en Do/Sib para la interpretación de los bajos. Es el inicio del conocido como Estilo de la Policía Armada y que desde los años 50 conocería una gran difusión.

Pero no solo de préstamos vivía el repertorio de esta banda. Uno de los citados músicos que pudieron contactar con la Banda de Bomberos fue Ramón Montoya Alegre, músico nacido en la localidad malagueña de Humilladero (1892-1947) que  en sus inicios mantuvo contacto con la Banda de Bomberos, guardando relación con Escámez y Zueco Ramos, cuyas marchas pudo transcribir de primera mano. Pero además fue compositor, conociéndose al menos 6 obras propias creadas según el estilo de Escámez adaptado a la Policía Armada, estando entre estas marchas como El Cachorro,  La Lanzadao Cristo de Humilladero (única que conserva su título original).

La Banda de la Policía Armada desaparecería en 1975 pero su semilla ya estaba implantada en la música cofrade sevillana. Tras su desaparición, varios de sus músicos o discípulos de estos se encargaron de fundar varias de las bandas más conocidas actualmente, siguiendo todos el estilo de la Policía Armada. Es el caso de las Bandas del Maestro Patón (hoy desaparecida), pero ante todo las Bandas de la Centuria Romana de la Macarena y la de las Cigarreras.

Aunque fundada en los años 30 en el seno de los famosos “Armaos”, la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Romana de la Macarena toma su actual estilo con el que fuera músico en la Policía Armada Manuel Arellar, siendo la más fiel seguidora del estilo Policía Armada, manteniendo intacta su estructura musical.

La otra banda citada, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de la Victoria, popularmente conocida como Las Cigarreras se funda en 1979 con un estilo “mixto” pues interpretaban marchas tanto del género de la Guardia Civil como de la Policía Armada, pero en 1983, contando con la colaboración de Manuel Pardo (ex-músico de la Policía Armada), la banda cambia su estilo al de Cornetas y Tambores.

Otra banda a renombrar de los años 70 es la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol, fundada en 1975 en el seno de la por entonces Agrupación Parroquial de Nuestra Señora del Sol por el hijo del fundador de la misa, Eusebio Carlos Álvarez-Ossorio y Rojas-Marcos.

Si en los años 80 hemos hablado ya de algún que otro cambio, hay que referirse a esta década como la iniciadora de la época más actual. Es ahora cuando comienzan las primeras grabaciones discográficas de bandas, cuando comenzarán en este mundo alguno de los que serán grandes compositores del género y supone la fundación en 1980 de la última gran banda del estilo en la capital sevillana, la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de las Tres Caídas en el seno de la Hermandad de la Esperanza de Triana, cuya principal novedad fue la inclusión de cornetas Do/Reb abrillantadas, esto es, afinada medio tono más alta, lo que le confieren una sonoridad muy personal.

Aun así en los 80 seguirán predominando el tipo de marcha y estructura musical de la Policía Armada.

Habría que esperar a finales de esa década para presenciar novedades y sobre todo la gran explosión creativa de una nueva generación de compositores en el seno de estas bandas.

De los primeros será José Julio Vera Cuder, componente desde su fundación de las Tres Caídas, director desde 1987 y alma mater de esta banda, a finales de los 80 firmaría algunas partituras siguiendo un estilo más o menos clásico, destacando obras como Silencio Blanco o Conversión del Buen Ladrón.

En la Banda de las Cigarreras, ya a inicios de los 90, se produce como novedad la inclusión de trompetas para dotar de más sonoridad a los bajos en la interpretación de las marchas. Este hecho, que comenzará a dar libertad instrumental al género (imitado y llevado en el futuro a límites casi inimaginables), supone a la par una mayor libertad compositiva de la que se valdrían dos de los compositores más innovadores: Bienvenido Puelles Oliver y Francisco Javier González Ríos. Rompiendo con la estructura clásica de la marcha de cornetas y ampliando horizontes con marchas como Réquiem o ¡Y tú, Estrella! En el caso del primero y Amor de Madre o Pasión, Muerte y Resurrección el segundo, en su día se ganaron los recelos de los sectores más puristas pero abrieron la puerta a la innovación: las cornetas y tambores, tras casi 50 años, continuaban evolucionando.

En estos inicios de la década destacan también las marchas de Manuel Esteban Martín y Francisco Japón para la Banda del Sol, siguiendo en parte las novedades de Puelles, con títulos como María o Beso de Judas y Como un clavel o A Ti, respectivamente.

La senda a la innovación ya estaba abierta, y en la segunda mitad de los 90 e inicios del nuevo siglo continuará la creación de estos autores a los que se unirán nuevos valores.

En Cigarreras sobresale la figura de Pedro Manuel Pacheco Palomo, multifacético y prolífico compositor que en estos años da a Cigarreras marchas como En tu Buena Muerte, Sobre los pies te lleva Sevilla o Costaleros del Soberano.

En Tres Caídas, es la época de esplendor de esta banda coincidiendo con las composiciones del tándem formador por los compositores Rafael Vázquez y José Manuel Reina. Es a inicios de la década de 2000 cuando esta banda aumenta su plantilla instrumental con la incorporación de bombardinos de marcha y fliscornos, rearmonizándose composiciones anteriores y añadiéndose nuevas por estos compositores, con títulos tan destacados como Llora María, Santa Cruz, Al Cielo el Rey de Triana, etc…

Además aparece la joven figura de Israel Jiménez Chozas, que ya en temprana edad firmaba Tres Caídas de Esperanza, pero que continuaría con marchas como Esperanza Gitana o Mi vieja Triana.

Este joven compositor, a inicios de la década de 2000 pasa a formar parte de la dirección musical de la Banda del Sol, siendo iniciador de la nueva etapa de esta banda donde destaca otro joven compositor, Juan Manuel Fernández Carranza, cuya marcha más conocida, Bendición, resume las características de la nueva Sol.

En los 90 es además el auge y primer esplendor de una banda de la provincia, cuyo estilo, entonces considerado muy atrevido y caracterizado por la potencia de sus cornetas y el uso pronunciado de elevados agudos y cadencias cada vez más rítmicas. Nos referimos a la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, cuyo estilo estará definido por 4 compositores: Francisco José Martínez Pérez (Ecce Homo, Presentación,...), Raúl Rodríguez Domínguez (Madre, Amor, Corneta y Costal,…) y sobre todo el tándem Isaac M. Gómez y Jorge Águila cuyas composiciones, aun siguiendo una línea como la de los anteriores, tenderán a ahondar más en su estilo característico, con títulos como La Valiente, A la Triana Costalera o Triana te corona entre otras.

Llegamos así a la que podríamos considerar la última etapa, hasta hoy, de la música de cornetas y tambores, los años finales de 2000 y la nueva década que acabamos de comenzar. En la actualidad, la ampliación instrumental ha llegado a límites antes insospechados como la inclusión de trombones, bombardinos e incluso tubas y trompas a la plantilla de este tipo de bandas que, al menos en instrumentación, apenas difieren ya de las Agrupaciones Musicales.

Es además una época donde los gustos populares y modas se enfrentan a la par a una cada vez mayor formación musical de los compositores, lo que está dando un contraste entre marchas de calidad y marchas populares, aparte de un volumen cada vez mayor de nuevas composiciones que en ocasiones llegan a saturar el “mercado”.

Citar nuevos compositores, a sumar a los mencionados, como:

Manuel Alejandro González Cruz: actual director musical de Tres Caídas, sus marchas se mueven entre una evolución musical hacia nuevas formas con piezas como La Pasión o El Sueño de los Despiertos, que se unen a marchas de cadencias extremadamente flamencas que se han convertido en muy populares entre el público más joven y menos especializado con títulos como Ahí Queó o Mi Madrugá. A él unir otra joven promesa en esta banda como es Francisco Ortiz Morón, con marchas como Señor, acuérdate de mí.

En Cigarreras, a pesar de contar con un cuerpo de compositores de primera línea que ya han sido mencionados, podemos sumar la obra de David Álvarez García, con obras como La trabajadera de metal o Soberano en Getsemany.

Compositor de gran actualidad es también Manuel Jesús Guerrero Marín, actual director musical de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, es creador de marchas muy rítmicas y aflamencadas que han calado pronto entre los aficionados de esta banda. Títulos como Aire para mis Penas, La Luz que guía a Triana, Una vida de Esperanza o El Refugio de una Madre dan buena cuenta de ello.

Como coautor de esta última marcha citada aparece Sergio Larrinaga Soler, músico gaditano, director musical de la que es quizás la Banda en auge de estos últimos años, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario de Cádiz. Banda iniciada en un estilo seguidor del de la Presentación al Pueblo, de la mano de este compositor ha tomado un sello propio y original. Marchas como Gitano tu eres…de Santa María o En tus sones mi inspiración son ejemplos de este compositor y esta banda. También en la actualidad, están surgiendo destacados compositores incluso fuera de nuestras fronteras andaluzas, destacando en este caso el leonés Nicolás Turienzo Robles director musical de una de las más destacadas bandas castellano-leonesas como es la Banda de la Victoria de León pero que también ha compuesto para grandes bandas andaluzas como las Cigarreras. Su marcha Sagrado Decreto ha supuesto una inmejorable carta de presentación ante los aficionados andaluces.

No cabe sino terminar esta historia dejando una puerta abierta al futuro de un género que, tras cumplir recientemente los 100 años de vida, continúa a la búsqueda de innovaciones y nuevas vías de expresión, si bien corremos el riesgo de estar con ello abandonando la senda original y llegando a extremos de los que luego sea difícil retornar.

Autor: Blogspot "Pasión entre dos Ríos"

miércoles, 8 de enero de 2014

HISTORIA DE LA MÚSICA PROCESIONAL I PARTE


BANDAS DE MÚSICA



Las Bandas filarmónicas o Bandas de Música, popularmente llamadas como bandas de palio por ser encargadas de acompañar a los pasos de palio de las Dolorosas en la Semana Santa, es el estilo más identificativo de nuestra Semana Santa y de estructura más compleja ya que en su plantilla se incluyen instrumentos de viento-madera y viento-metal de diverso timbre y tesitura.

Aunque este tipo de bandas cuenta con bastante antigüedad, el surgimiento de la marcha procesional para banda de música es algo posterior.

Sus orígenes habría que situarlos a mediados del siglo XIX. Sumergidos en el romanticismo musical, las bandas de música comenzaron a adaptar para procesionar marchas fúnebres y movimientos de obras de autores como Beethoven, Chopin, Wagner o Schubert entre otros. Esto suponía un escaso y limitado repertorio por lo que pronto se pensaría en crear composiciones propias para acompañar las procesiones.

Si bien la falta y pérdida de documentación al respecto nos hace desconocer el momento exacto en el que se compondrían las primeras piezas, hoy se considera como uno de los pioneros al castellonense José Gabaldá Bel, director de la Banda de Música de la Guardia Real de Madrid, cuyas marchas fúnebres se fechan hacia 1850.

En la década de 1870 el género de la marcha procesional llegará a Andalucía, destacando tres ciudades: Sevilla, Cádiz y Córdoba.

En Sevilla se documenta la marcha de procesión más antigua compuesta para una Semana Santa andaluza. Se trata de la marcha fúnebre compuesta en 1874 por el cordobés Rafael Cebreros, que según la dedicatoria que figura en una partitura original fue “escrita expresamente para la Semana Santa de Sevilla”.

En Cádiz aparece la figura del madrileño Eduardo López Juarranz que en 1876 compone la marcha Piedad, marcha fúnebre dedicada a la cofradía homónima gaditana.

Finalmente en Córdoba Eduardo Lucena Vallejo compone en 1883 la marcha fúnebre Un Recuerdo. La partitura original, recientemente hallada en el archivo municipal de la ciudad, recoge en su dedicatoria: “Al Excmo. Ayuntamiento. Marcha fúnebre “Un Recuerdo”. Escrita expresamente para la procesión oficial del Viernes Santo del año 1883”. Junto a Lucena Vallejo destacarán las figuras de Cipriano Martínez Rücker, fundador y director del Conservatorio de Música de Córdoba y Juan Antonio Gómez Navarro, primer organista y maestro de capilla de la Catedral cordobesa.

Será la última década del siglo la más prolífica con la aparición de numerosas marchas fúnebres, siempre en línea con el romanticismo, destacando composiciones como Virgen del Valle de Vicente GómezZarzuela, dedicada en 1898 a la Hermandad del Valle de Sevilla, si bien en otras marchas se empiezan a introducir melodías “alegres” que romperán con el patetismo fúnebre.

Pero si hay una figura que destaca sobremanera en estos inicios de la música procesional es la de José Font Marimont. Considerado por Manuel Carmona como creador de la marcha procesional sevillana e iniciador de la saga de los Font, este músico militar llega a Sevilla en 1875 para ponerse al frente de la Banda de Música del Regimiento Soria nº 9 como Músico Mayor del ejército. Aquí se sumergirá de lleno en el mundo de las cofradías y como resultado creó dos marchas para Semana Santa, la primera de ellas una marcha fúnebre dedicada a la Hermandad de la Carretería de 1887 (hoy perdida), pero sobre todo más conocida será su otra composición, la marcha fúnebre dedicada a la Hermandad de la Quinta Angustia fechada en 1895.

Será su hijo Manuel Font Fernández de la Herranz, continuador de la saga y director de la Banda Municipal de Sevilla, el más importante de todos, saliéndose de la senda marcada por la marcha fúnebre romántica creará un tipo de marcha que en palabras de Mateo Olaya emana sinfonismo. Suyas son A la memoria de mi padre o La Sagrada Lanzada entre otras.

 Continuarán su labor sus hijos José y Manuel Font de Anta cuyo tipo de marcha se trata de auténticos poemas sinfónicos, destacando el segundo de ellos con composiciones como Amarguras o Soleá dame la mano, experimentando en esta última con formas provenientes del folclore encuadrado en pleno nacionalismo musical.

Nos introducimos así en el siglo XX, destacando de las primeras décadas compositores como el jerezano Germán Álvarez Beigbeder (Cristo de la Expiración, Desamparo,…), el guipuzcoano Mariano San Miguel Urcelay (Mektub, Gloria in Excelsis,…) y sobre todo el sevillano Manuel López Farfán, músico militar continuador de la tradición procesional de la banda de Soria 9. Farfán marcó una época dentro de la música procesional con composiciones de sorprendente alegría y gracia, además innovando en la instrumentación de las bandas de música introduciendo una sección de cornetas y tambores e incluso otros instrumentos como violines, ocarinas o la misma voz para algunas de sus marchas. Grandes ejemplos son las populares Pasan los Campanilleros y La Estrella Sublime junto a otras menos conocidas como La Esperanza de Triana o El Dulce Nombre.

En el periodo marcado por la Guerra Civil la música procesional, al igual que el mundo de las cofradías, se verá afectada: algunos compositores fallecen en la contienda y el resto hará escasas composiciones y en casi todas se volverá a las melodías dramáticas acordes con el sentimiento que se vivía en el momento.

Algo similar sucederá en la postguerra, si bien se experimenta un nuevo resurgir, apareciendo muchos grandes compositores del género como Antonio Pantión Pérez (Jesús de las Penas, Nuestra Señora de Guadalupe,…), Manuel Borrego Hernández (Cristo de la Vera Cruz, Regina Pacis,…), Pedro Braña Martínez (Coronación de la Macarena, Madre de Dios de la Palma,…) (en Sevilla), Emilio Cebrián (Macarena, Nuestro Padre Jesús,…) (en Jaén), Enrique Báez Centella (Jesús Caído, Virgen de las Angustias,…), Francisco Melguizo (Lágrimas y Desamparo, Paloma de Capuchinos,…) (en Córdoba), o Jaime Texidor (Auxilium Christianorum, Domus Aurea,…) o Ricardo Dorado Janeiro (Getsemaní, Mater Mea,…) fuera de Andalucía, entre otros.

Aparte de esta lista, los sucesivos directores de la banda del Regimiento Soria nº 9 continuarán la labor de sus predecesores. A algunos como Juan Vicente Más Quiles les costó adaptarse a la manera de entender la música procesional sevillana. Junto a él están las figuras de Santiago Ramos Castro y Francisco Barril que en los años 50 recuperarán el tipo de marcha “farfaniano”, de melodías alegres con Virgen de las Aguas y Virgen de la Victoria respectivamente.

A Más Quiles le sucede en la dirección el jiennense Pedro Gámez Laserna, cuya vida artística trascurre entre Córdoba y Sevilla. Gámez impregnó a sus marchas procesionales de un carácter algo más militarista, evolucionando el tipo de marcha que creara Farfán, destacando sobre todo sus instrumentaciones y armonías. Basten señalar títulos como Saeta cordobesa, Salve Regina Martyrum, Pasa la Virgen Macarena, El Cachorro o Saeta sevillana, Sevilla cofradiera,…

Tras él toma la dirección otro jiennense, Pedro Morales Muñoz. Influenciado por el estilo de Farfán y de su maestro Pedro Gámez, en sus marchas destaca el uso acentuado de la corneta. Famosa es su Esperanza Macarena junto a otras como Virgen de la Paz, Virgen de los Negritos o Virgen de Montserrat. Es quizás el último gran compositor vivo de una etapa dorada de la música procesional.

Y llegamos así al último de los grandes compositores del Regimiento Soria 9, el onubense Abel Moreno Gómez con el que nos introducimos en la etapa más reciente de la música procesional. Esta etapa, desde los años 80, viene marcada por la aparición de las cuadrillas de hermanos costaleros y la comercialización discográfica. Este nuevo y más extenso público gustará de melodías sencillas que faciliten el andar de los costaleros quedando a veces en segundo plano los criterios musicales. Abel Moreno será el mayor exponente de este tipo de marcha con títulos como Hermanos costaleros, Macarena o La Madrugá.

Tampoco  podemos olvidar en los 70 y 80 la obra de Perfecto Artola definidor de la música cofrade para bandas de música en Málaga.

En la actualidad la marcha procesional se debate entre los compositores decididos a seguir las modas y los gustos del público mayorista aun arriesgando la calidad musical de sus piezas (como el propio Abel Moreno, Martín Salas o Paco Lola –nombre artístico de Francisco Joaquín Pérez Garrido) y otros compositores centrados en buscar innovaciones y ampliar los horizontes de la música procesional sin olvidar la calidad musical, compositores con una sólida formación musical. Lista que engrosan nombres como los sevillanos Francisco Javier Alonso Delgado, Manuel Marvizón Carvallo, Juan José Puntas, José Manuel Bernal, José Manuel Delgado, los cordobeses José de la Vega (recientemente fallecido) y Antonio Moreno Pozo, los malagueños Eloy García o José Antonio Molero, el granadino Juan Antonio Barros Jódar y un largo etcétera.


Autor: Blogspot "Pasión entre dos Ríos"